Seat 850 Coupé
En el año 1.965 la Fiat presentó en Ginebra el Fiat 850 Coupé y el 850 Spider ambos derivados de la berlina 850 y con motor de 843 c.c. En 1.967 la Seat comenzó la fabricación de esta primera versión deportiva de la berlina 850, el Seat 850 Coupé tomado del diseño de Fiat. Quizá suene un poco extraño llamar coche deportivo a un pequeño vehículo de 843 c.c. y 47 CV pero en los años en que se fabricaron estos coches, lo normal por nuestras carreteras eran los vehículos pequeños de escasa potencia, con lo cual el poseedor de un 850 Coupé disponía de un auto de muy superiores prestaciones que la media y con una línea que aún hoy resulta muy sugerente.
El diseño de esta bonita carrocería fué obra del centro de estilo de Fiat, concretamente de Mario Boano. Era autoportante, al igual que la berlina, pero con un aspecto totalmente remozado. Lucía dos volúmenes, el delantero donde se alojaba el maletero y el trasero donde se alojaba el luminoso habitáculo de 2+2 plazas y que descendía suavemente hasta la zaga en la cual, tapado por un capó con cuatro baterías de rejillas, se encontraba el motor. En el frente dos faros redondos que definían la línea de las aletas y la tapa del maletero, flanqueaban un adorno de dos "bigotes" cromados que surgían de los lados del anagrama de Seat. Esta carrocería de aspecto muy deportivo, tuvo buenas críticas por parte del público como de la prensa especializada y recibió en 1.968 el galardón de coche del año en España otorgado por Motor Press y la revista Autopista.
El subidón de potencia de diez CV con respecto al motor de la berlina se conseguía a base de aumentar la relación de compresión a 9´3 a 1 e instalando un carburador invertido de doble cuerpo Weber 30 DIC, un árbol de levas más cruzado y un colector de escape de salida múltiple.
El rodar a un ritmo normal con este coche no planteaba ningún problema además que podíamos conseguir un consumo muy aquilatado (6´5 litros de media), pero si decidiéramos realizar un tipo de conducción más veloz que el resto del tráfico no tendríamos más remedio que prestar atención a llevar siempre el motor alto de vueltas, no en vano la potencia se conseguía a base de revoluciones (los 47 CV son a 6.200 r.p.m.). De todas formas, aún circulando fuerte el consumo no se disparaba de los 10 litros a los 100 km.
A su rodar rápido, ayudaban unos frenos de disco instalados delante y una estabilidad superior a la de la berlina conseguidas a base de un peso más contenido y una reducción de altura y del centro de gravedad. No obstante en la prensa de la época se pueden leer críticas a los amortiguadores traseros que, según parece, perdían eficacia en un uso acelerado.
Como es de suponer estos coches se mostraban sobreviradores, pero de una agradable forma que, gracias a lo suave de la dirección, permitían ir con el tren trasero deslizando.
No cabe duda de las virtudes de este modelo como coche de colección, por su singularidad y carácter deportivo es realmente como decía la publicidad de la época "un fuera de serie". Hay quién opina que su sustituto, el 850 Sport Coupé que luego trataremos, tiene un diseño mucho más interesante con su zaga más rectilínea y dobles faros tanto delante como detrás, pero mi opinión personal es que la mayor sencillez del primero unida a su mayor antigüedad le dan un carácter más encantador.
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